El meme se cuenta solo. La final de la UFL como un vídeo de los Vengadores. Son apenas 40 segundos. Al principio vemos a Hulk persiguiendo a Thanos y dándole un guantazo ocasional. El gigante verde domina la pelea y termina por arrinconar al alienígena. Otro día en la oficina. Hasta que de pronto, Thanos agarra las muñecas de Hulk, medio sonríe y vuelve las tornas en una sucesión de golpes tan duros como precisos. Bruce Banner termina en el suelo, inconsciente, quizá muerto, mientras su rival sale de escena caminando tranquilo, como si no hubiera habido pelea. La cara de Hulk es el logo de Michigan Panthers. La de Thanos el de DC Defenders. Hay ahí un chiste entre franquicias del cómic que dejo para otros iniciados. noche noche noche noche noche noche
Durante los primeros 10 minutillos de partido parecía que no íbamos a tener final.
Panthers salió a morder, su juego era fluido, aparecía Perkins, aparecía Taua. Aparecía también la defensa. En el cómputo global de las cosas fue apenas un espejismo. Defenders se levantó y empezó a repartir estopa. Se quedaron solos. 31 puntos anotaron en el segundo cuarto. 4 touchdowns seguidos sin oposición. Y cuando parecía que Panthers levantaba la cabeza con un buen drive que les ponía 31-19 a falta de 40 segundos para el descanso, bombazo. Taamu volvió a sacar el brazo a pasear y las últimas esperanzas de Michigan huyeron río abajo. De esa ya no se levantaron. La segunda parte fue un trámite triste, como esperar una hora en hacienda para que te den una multa.

Por el camino se batieron un buen puñado de récords.
92 puntos totales. Las 168 yardas de recepción de Malik Turner. Las casi 400 de pase de Jordan Taamu. El resultado final fue golden scorigami, nunca antes visto en ningún partido de football. Panthers convirtió sendos 4&12 en el último cuarto (recordad, la alternativa primaveral al onside kick) y anotó 3 veces consecutivas sin que Defenders pudiera siquiera tocar el balón. Y después de tanto esfuerzo aún estaban 20 puntos abajo. El siguiente 4&12 fue inútil y Defenders cerró la cosa con otro golpetazo tan innecesario como espectacular.
Taamu fue escogido MVP de la final, vengándose así de todos los premios que le habían relegado en favor de Perkins. 156 de rating. 75% de pases completados. 390 yardas de pase. 4 touchdowns. A lo que podemos añadir 28 yardas de carrera en 8 intentos y otra anotación. Los números son una auténtica barbaridad y el resumen perfecto de lo que vimos en el encuentro.

Atrás ha quedado una temporada en la que se dio batalla por la afluencia a los estadios.
Temporada en la que se bajaron las audiencias televisivas en general pese a que hubo picos importantes y momentos destacados. Y lejos de estar preocupados los mandamases confían en el proyecto. Ya nadie nos pregunta por la viabilidad de la liga, dijeron el domingo. Se da por hecha. Ahora todo se centra en la expansión, en las nuevas caras, en las oportunidades de mejora. Quizá no sea inmediato, pero será.
Nos vamos de vacaciones con un puñado de narrativas inconclusas, como el regreso de Luis Pérez o el futuro de Anthony Becht, el coach de St. Louis. Como otra liga cualquiera. Dentro de 1 mes llegará el Draft UFL y sabremos los jugadores ante los que se emprende un camino diferente, pero camino al fin y al cabo. Desde que terminó la temporada se suceden los nombres de los jugadores que firman por equipos de la NFL desde la liga primaveral. En la mayoría de los casos llueve sobre mojado.
Sal Canella, por ejemplo, es el cuarto verano que firma con un equipo. Nunca ha logrado hacer roster. Desde hoy lo intentará en los Browns. Corbin, del que hablamos mucho y bien en esta columna, tiene una nueva oportunidad en Falcons. Los Saints han firmado a un par de jugadores. Incluso Mevis se enroló con Jets después del fracaso con Panthers el año pasado. A buen seguro, Blankenship será el siguiente kicker en firmar.
La UFL puede no arrasar entre el público, quizá las audiencias no sean las adecuadas y al personal le cuesta ir a los estadios. Pero está claro que es un escaparate. Desde ahora y hasta que se perfilen los rosters finales, cientos de jugadores probarán su suerte. Y mientras tengan claro su lugar en el mundo, seguirá funcionando.
Manongo Stern, clase alta peruana, muy americanizada, se despidió ante sus compañeros de clase con un rotundo: No me esperen en abril. La frase le daba título al libro, uno de los mejores de uno de los mejores escritores latinoamericanos del siglo XX. Yo, al contrario que Bryce Echenique, si pretendo volver en abril. Ya queda menos.
Pablo López | @jucort365