La AFC también es una conferencia guapa

—Mami, ¿yo soy guapa? —preguntó la pequeña AFC a su madre, la NFL.

—¡Claro que sí mi princesa, eres preciosa, como para salir en un cuadro de Velázquez! —espondió con una enorme sonrisa para camuflar esa mentira piadosa que los padres suelen contar a sus hijos para no hacerles sufrir.


Los padres no deberían tener hijos preferidos, pero los tienen. Si les preguntas lo negarán, obviamente, y afirmarán que a todos los quieren por igual. Pero en el fondo no es así. Y ojo, no es criticable, es lo más natural. Siempre hay quien, por la razón que sea (actitud, parecido, etc.), se lleva un mayor porcentaje de cariño. En mi caso, es la Conferencia Americana. Por ser seguidor de los Cincinnati Bengals, siempre la he considerado más “mía”, más cercana. Me preguntan quién quiero que gane la Super Bowl. Contesto que me da lo mismo, sólo quiero ver un buen partido. Mentira. Quiero que gane el representante de la AFC.

Por esta razón, me duelen más ver las debilidades de la AFC. Cómo se burlan de ella, prepotentes, los enamorados de la NFC argumentando lo fácil que va a resultar entrar en playoffs en la Americana, en contraposición con lo complicado que será hacerlo en la Nacional. Cómo se contonean, con petulante arrogancia, los principales equipos de la NFC en lo alto de todos los “Power rankings”. Déjenme recordarles que todo es cíclico. Que al principio de temporada eran los equipos de la AFC (Chiefs, Raiders, incluso Broncos que ahora están en caída libre) quienes parecían imbatibles. No pretendo negar la evidencia. Ahora mismo la Nacional es sin duda más potente, pero lo importante es quién llega más fuerte al final.

 

Dominio general de la AFC en el siglo XXI

Desde la reorganización de las divisiones en 2002, la AFC había ejercido tradicionalmente cierta superioridad sobre su hermana mayor. Arrastrada por el dominio de Manning y Brady, la Americana se mostraba ligeramente más poderosa en los enfrentamientos entre conferencias. Esta tendencia empieza a girar en 2010, y tras algunas temporadas de equilibrio, este año se está decantando claramente a favor de la Nacional. Las razones pueden ser varias. Desde un mayor acierto en las elecciones colegiales en las posiciones más relevantes (Wentz y Goff parecen estar dando mejor rendimiento que Bortles y Mariota), mejores entrenadores (en los últimos 5 años el premio a entrenador del año lo han recibido head-coaches de la NFC excepto el año de interinidad de Arians en Colts), a equipos que parecen inmersos en continuas dinámicas autodestructivas, como Browns, o quienes les costaba salir del pozo, como Jaguars.

*Resultados a la jornada 13 (fuente: cbssports.com)

En cualquier caso, lo que refleja la tabla anterior es una evidente paridad. El dominio de una conferencia sobre la otra es mínimo y normalmente alterno. Basta que un par de reconstrucciones se alarguen más de la cuenta para lastrar durante esos años la conferencia. Hay que considerar que en la burbuja de privilegios de la NFL, la tranquilidad que gozan al saberse a salvo de perder la categoría, evita esa sensación de urgencia tan europea.

 

Los números no siempre reflejan la realidad

En otras ocasiones, esta aparente supremacía no deja de ser una ilusión. Una ficción alimentada por el hecho de que mientras la hegemonía en la NFC está muy disputada, en la AFC parece sólo cosa de dos. ¿Hasta qué punto es real? Los Vikings parecen muy sólidos y los más equilibrados, pero ¿qué será el día en el que esto no les baste y necesiten más de su quarterback? ¿Realmente están suficientemente maduros los Eagles? ¿Estamos seguros de que a Payton o Brees no se les irá la pinza en un momento de tensión? ¿Cómo afectará la inexperiencia a los Rams en las jornadas decisivas? Hasta los teóricos fuertes han mostrado debilidades.

En el lado opuesto de la AFC, ¿quién puede considerarse favorito ante los Patriots cuando alcanzan velocidad de crucero? Los Steelers, aun a trancas y barrancas, siempre terminan sacando adelante sus partidos. La seriedad de Jaguars y Titans parece real, y en el carrusel animado que es la AFC Oeste, donde un día está uno arriba y otro abajo, y viceversa, cualquiera te la puede liar. La NFL es una competición muy igualada, todos los equipos tienen virtudes y defectos. Más allá de rachas puntuales, el único objetivo es ganar el último partido. Recoger de manos de Goodell, el primer domingo de febrero, el ansiado melón plateado. Y cualquiera puede apartarte de este camino, dejando en anécdota todo lo anterior.

 

El valor de que la NFC sea mejor que la AFC es relativo

De hecho, no resultan extrañas las temporadas en las que la impresión general es que, como ahora, una conferencia es claramente superior a la otra, pero termina imponiéndose el representante de la otra. En estos últimos cinco años de aparente dominio de la NFC, sólo los Seahawks han conquistado el anillo para su conferencia. Hay quien dice que la competencia es tan feroz que llegan debilitados a la Super Bowl. También quien argumenta que un camino sencillo hasta la final comporta una menor tensión deportiva y por consiguiente, estar menos preparado para un envite comprometido. Opiniones, las hay para todos los gustos.

Sin embargo, es inevitable que todos los años reaparezca el debate sobre la injusticia de que equipos con 10-6 de una conferencia se queden fuera, mientras entren con 8-8 en la otra. Es una discusión tan recurrente como aquella interna en cada conferencia en la que se indignan porque equipos con peor balance obtengan ventaja de campo “sólo” por haber ganado su división. Dado que en esta competición no juegan todos contra todos, es imposible determinar un sistema más justo. No obstante, que nadie sufra por falta de drama. Como siempre, saltarán voces que hablen de impostores, y me temo que muchas de ellas dirigidas a “mi” AFC.

Que convivan varios buenos equipos en una misma conferencia empuja a sus competidores a tener que crecer para superarlos, lo que conlleva que suba el nivel general de la misma. Esta circunstancia supone, sin duda, que los partidos disputados por estos equipos sean mucho más interesantes durante la temporada regular. Pero a la hora de dirimir que conferencia “merece” que sea su representante quien gane el anillo, es absolutamente irrelevante.


Por tanto, la AFC también es guapa

—Pero entonces mami, ¿de verdad soy guapa?

—No te preocupes de lo guapa que seas, mi amor. Te voy a contar un secreto: al final, tú tendrás al campeón de la liga —le confesó la madre con convicción mientras le acariciaba su larga melena rubia.

La pequeña sonrió y dijo:

—Entonces eso quiere decir que sí soy guapa, ji, ji, ji.

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