“La patria no es otra cosa que una lengua y una colección de recuerdos de infancia y juventud”. Este concepto memorístico desligado de las fronteras territoriales de la nación se lo debemos al escritor Héctor Abad Faciolince. Para el literato colombiano la “bandera” que rige nuestras vidas no está compuesta de escudos ni colores sino de etéreas imágenes que coleccionamos a lo largo de los años de crecimiento junto a nuestros progenitores. Nuestro “himno nacional” son los abrazos que nos consuelan en los peores momentos, los consejos que recibimos para nuestro devenir futuro, las historias familiares que de modo trovadoresco nos relatan padres y abuelos sobre nuestra estirpe familiar y permanecen con nosotros hasta el fin de nuestros días. Jayden Jayden Jayden Jayden Jayden Jayden Jayden Jayden Jayden Jayden Jayden Jayden Jayden Jayden Jayden Jayden Jayden Jayden Jayden Jayden Jayden
El protagonista de hoy creció en la “patria de los Nebraska Cornhuskers”. Escuchando en su casa las historias del glorioso equipo de fútbol americano universitario que de mil novecientos noventa y tres a mil novecientos noventa y siete obtuvo un récord de sesenta victorias por sólo tres derrotas y consiguió alzarse con tres trofeos de campeón nacional. En el colegio, mientras tomaba su primer contacto con el balón ovalado del deporte rey americano seguía recibiendo información sobre la grandeza demostrada en los años noventa por el conjunto de Tom Osborne. Esos recuerdos y los días de gloria perdidos por los Cornhuskers fueron determinantes cuando, al acabar su período de instituto como uno de los atletas más brillantes del estado (tanto en fútbol americano como en salto de longitud) tuvo que decidirse por una universidad. Para tomar la decisión más importante de su carrera influyó lo que Héctor Abad denominaría “la patria” de Jayden Lloyd, puesto que el jugador, en un intento de devolver a la élite deportiva a Nebraska eligió permanecer en casa gracias a la “colección de recuerdos de infancia y juventud” que guardaba en su memoria.
¿Por qué empezaste a jugar al fútbol americano cuando eras pequeño?
Empecé con unos siete años. Fue mi primer partido de tackle football en un club de chicos y chicas. Y desde entonces se convirtió en un hobby que fui practicando a lo largo de los años. Al llegar al instituto, empecé a tomármelo más en serio.
Jugaste en dos institutos, Omaha Central y Omaha West Side. ¿Cómo fue tu experiencia primero en Omaha Central y por qué decidiste cambiarte a Omaha West Side?
En Central tuve una buena experiencia. Trabajé con algunos de mis entrenadores de fútbol juvenil, como Abdul Muhammad, que fue un exjugador de los Huskers, y Keyuo Craver, otro exjugador. El equipo se centraba mucho en el juego de carrera, no pasábamos el balón tanto como me gustaría. Por eso decidí transferirme a West Side, donde sabía que tendría más oportunidades, más toques de balón y más participación en el ataque.
¿Por qué empezaste a jugar como receptor? ¿Habías jugado en otras posiciones antes?
En el fútbol juvenil, jugaba como running back. Pero cuando llegué al instituto, todos empezaron a crecer mucho más que yo. Me di cuenta de que el puesto de running back ya no me servía. Sin embargo, era rápido y sabía atrapar el balón, así que decidí convertirme en receptor.
También competiste en atletismo y fuiste campeón nacional. Hay un debate sobre si la velocidad en la pista se traduce en velocidad en el fútbol. ¿Qué piensas tú de eso?
Creo que en algunas situaciones, sí. El football es algo distinto porque implica cambios de dirección, pero si eres rápido en la pista, debería trasladarse al football. Además, el atletismo es muy competitivo, y esa competitividad también se refleja en el football.
¿Cuál es tu disciplina favorita en el atletismo?
Soy saltador. Mi madre también saltaba, y mi padre es entrenador de salto, así que somos una familia muy metida en los saltos.
En cuanto a tu reclutamiento, recibiste varias ofertas tanto para football como para atletismo. ¿Por qué decidiste finalmente ir a la universidad de tu estado, Nebraska?
Inicialmente me había comprometido con Florida para el atletismo. Estaba a punto de hacerlo oficial, pero justo después me puse enfermo. Poco después, el entrenador Rhule consiguió el puesto de entrenador en jefe aquí, y yo fui su primera oferta. Pensé que merecía la pena hacer una visita para ver cómo era. Me dijeron muchas cosas buenas, y los entrenadores me parecieron personas muy honestas. El entrenador Rhule me dijo que podría compaginar el atletismo y el football, y sentí que eso me beneficiaría mucho.
Hablando de Rhule, ¿cómo ha impactado en tu carrera durante estas dos primeras temporadas en Nebraska?
Creo que ha sido genial para mi desarrollo, no solo dentro del campo, sino también fuera de él. Me ha ayudado a convertirme en una mejor persona. En el campo, saca lo mejor de nosotros, nos hace ser más competitivos y siempre nos insiste en cuidar los detalles.
¿Cómo es un día de partido para ti?
En los días de partido, estamos en el hotel por la mañana. Suelo ir a las instalaciones para recibir tratamiento y asegurarme de que mi cuerpo está bien para el partido. También tenemos algo llamado «neurocharge», que nos activa unas horas antes del partido. Luego comemos juntos, repasamos las jugadas y nos preparamos para subir al autobús e ir al estadio.
Uno de los mayores talentos del mundo universitario es tu quarterback, Dylan Raiola. ¿Cómo describirías tu relación con él y vuestra conexión en el campo?
Dylan es increíble. Trabaja muy duro. Desde el primer día, los receptores sentimos que era un veterano. Se comporta como tal y cumple con las expectativas que la gente tiene sobre él. Quiere ser mejor cada día y también quiere que los que estamos a su alrededor seamos mejores. Le respeto mucho por eso.
¿Qué significa para ti jugar en la universidad de tu estado natal, ahora que el programa está volviendo a la senda ganadora, algo que no se veía en los últimos años?
Significa mucho. Todos mis entrenadores cuando era pequeño jugaron para Nebraska y fueron parte de esos equipos que ganaban campeonatos. Toda mi vida me han dicho que cuando creciera, tenía que devolver a Nebraska al nivel que tenía antes. Recuerdan cuando ganábamos, no estos años en los que no hemos llegado a grandes partidos o no hemos jugado en bowl games.
Pero creo que estamos donde debemos estar. El entrenador nos ha preparado para estos grandes partidos.
¿Cómo te describirías como jugador en el campo?
Cuando estoy en el campo, simplemente trato de demostrar que los demás están equivocados. No soy más grande que nadie, pero salgo ahí a hacer mi trabajo y sorprender.
Si tuvieras que elegir un momento de toda tu carrera en el fútbol americano, ¿cuál sería y por qué?
Diría que mi touchdown contra Iowa es uno de mis favoritos. Fue un partido de rivalidad, y el ambiente del estadio ese día era increíble.
¿Los partidos de rivalidad son más especiales para ti por haber crecido viviéndolos de cerca?
Sí, creo que es muy especial para mí. Creces viendo esos partidos, conociendo la historia que hay detrás. Y al final del día, soy de aquí, así que quiero defender mi casa tanto como el equipo quiere hacerlo.
Óscar Lavigne – @osskartelito Y Alberto Prieto – @AlbertoTl16
Introducción a cargo de Hugo Manero – @HugoManero1