¿Por qué soy de los Browns? (Álvaro Ramos)

—¿De verdad te gusta el football? ¿Y de qué equipo eres?

— …

Perdón. Creo que antes debería situar un poco el contexto, ¿verdad? Al fin y al cabo, una buena historia no empieza por la mitad…


Érase una vez, en un foro…

Corría el año 2005. Serivdor paliaba el tedio en un trabajo poco exigente con la participación en foros y chats donde poder practicar mi deficiente inglés. Así que naturalmente me llamó la atención la entrada de una chica en un foro norteamericano de punk-rock sobre un grupo español poco conocido:

—You guys should listen to Las Vulpess, those girls kick ass!

No tardé en responder, para hacerme el interesante, que se escribía correctamente con una sola «S». Y que su tema más famoso “Me gusta ser una zorra” supuso un gran escándalo en su país de origen, el mío.

Las Vulpes y los Browns, inesperada combinación (lafonoteca.net)

Seguimos dejándonos mensajes. Hablando sobre nuestros grupos favoritos, hasta que algún moderador del foro soltó aquello tan americano de “Hey guys, get a room!” (“Buscaos una habitación”). Y así lo hicimos. Esa habitación se llamaba Messenger, el servicio de mensajería ya desaparecido de Hotmail. Así que ya podéis suponer. Interminables conversaciones sobre música,  cine, televisión… Hasta que llegamos al deporte.

Ella me contó que en la escuela había jugado al soccer. Yo, que empezaba a seguir ese extraño show llamado fútbol americano.

—¿De verdad te gusta el football? ¿Y de qué equipo eres?

—… la verdad, de ninguno en especial. Me gusta cómo suena Tampa Bay Buccaneers…

—Oh, ¡qué tontería! Yo soy de los Browns.

 

El significado de los Browns

Paul Brown, el padre de todo.

Me contó que se trataba del equipo de Cleveland, una ciudad de Ohio. Fría y oscura, basada en trabajadores de la industria pesada. Donde el deporte era una de las pocas distracciones que tenía ese “americano medio” alejado del cosmopolitismo de la costa este, y del hedonismo de la soleada oeste.

Me enseñó que los Browns tenían una historia de grandes triunfos en los inicios del deporte. Que los propios aficionados habían elegido ese nombre para honrar a su entrenador jefe. Que eran el único equipo sin las típicas animadoras y sin la más típica mascota. El único equipo con el casco limpio.

Me relató la historia de sus grandes iconos: el entrenador Paul Brown, el QB Otto Graham, el mejor running back de la historia Jim Brown (aunque otros hablen de un tal Rice). Y de los Kardiac Kids, el equipo que a finales de los 70 tenía a sus aficionados en un puño por sus finales de ataque al corazón.

Me explicó la “Red Right 88” y la intercepción al fantástico TE Ozzie Newsome. De la llegada del carismático Bernie Kosar. De los inicios en la banda del que hoy pasa por ser el dios de los entrenadores, Bill Belichick.

Me contó por qué algunas jugadas de la NFL tienen nombre propio, como “The Drive” y “The Fumble”. Y que en en todo Estados Unidos se cuentan de generación en generación como grandes hitos victoriosos… jugando contra los Browns.

Me descubrió la nostalgia de los buenos tiempos, la dureza de sus aficionados, su amargo pero también inquebrantable “quizás el año que viene”.

Y entonces me habló de 1995 y Art Modell, el infame propietario que se llevó el equipo a Baltimore. Mi amiga me relató las querellas judiciales y la lucha del ayuntamiento de la ciudad por conservar la herencia del equipo (nombre, colores, records, premios, archivos, historia…). Y que tuvieron que llevarse los enseres de oficina de noche y en secreto, por miedo a la reacción popular.


Por eso

Por las pancartas con sábanas en el estadio “el Muni”. Sus recuerdos, sus victorias, sus derrotas. Por mi amiga Lisa, que sigue hablándome de la conciencia de lucha. Por la afición sin equipo. Y por tanto corazón en el corazón de América.

Por todo eso, por Believeland, soy de los Browns.

Álvaro Ramos (@AlRamosG)

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