—¡Rápido, doctor! —gritó la enfermera—. Parece que el paciente empieza a despertar.
El enfermo entreabrió lentamente los ojos. Sintió un intenso dolor en ellos, fruto de no ver la luz desde hacía meses. Poco a poco, la neblina inicial empezó a tomar forma. Un techo blanco, una potente luz fluorescente y una sonriente enfermera rolliza y pelirroja. Enseguida, otro rostro. Un cincuentón canoso, con gafas de pasta, tez aceitunada y una amplia sonrisa que mostraba unos dientes inmaculados.
—Vaya, vaya, por fin se ha despertado nuestro dormilón —anunció risueño, en un inconfundible acento hindú—. Llevaba más de 9 meses en coma. Soy el doctor Mentha, el médico asignado a su caso. Tengo que hacerle unas preguntas de control. ¿Recuerda cuál es su nombre? Y, ¿de qué es lo último de lo que se acuerda?
—Mi nombre es… Patrick. Patrick Otah —acertó a balbucear con la boca seca—. Lo último que recuerdo es que mi equipo perdía 3-28 en la Super Bowl, y empezaba a remontar. Creo que ganamos, pero no estoy seguro, todo se confunde en una vorágine de emociones que sin duda me condujeron a un estado de shock. Dígame doctor, ¿fue real? Y si han pasado como dice tantos meses, ¿cómo van los Patriots esta temporada?
—Bien, veo que su memoria está perfectamente. En efecto, sus Patriots ganaron aquel partido. Y por esta temporada no se preocupe. Empezaron con ciertas dudas, pero ya comparten liderato en su conferencia. Más problemas les pueden causar en una hipotética Super Bowl los equipos de moda de la otra conferencia: los Eagles de Wentz y los Rams de Goff.
—¿Có…cómo dice? ¿Goff y Wentz los mejores quarterbacks de la NFC? No puede ser…
—¡Doctor, están cayendo sus constantes vitales, le perdemos! —gritó alarmada la enfermera.
—Deprisa, inyéctele epinefrina. ¡Y tráiganme el desfibrilador, ya! –ordenó el doctor Mentha.
Horas más tarde, en el despacho del director del hospital
—No lo entiendo, doctor Mentha. ¡Cómo es posible que usted, con su experiencia, haya cometido tal error! Por fortuna pudimos salvar al paciente, pero su imprudencia al comunicarle, así de sopetón, tan impactante noticia, pudo haber tenido consecuencias fatales. Seguro que en la mente del enfermo se estarán formando ahora extrañas ideas, así que le insto a redactar un informe en el que se detalle cómo es posible que este par de quarterbacks que apuntaban a fiascos se hayan convertido ahora en el futuro de la NFL en la posición.
El pre-draft: viniendo desde atrás
Minutos después, ya en su propia consulta, el doctor Mentha empezó a recopilar información por internet. Para comenzar por el principio, se remontó a la campaña pre-draft de 2016. Por aquel entonces, Goff ocupaba la 4ª ó 5ª posición entre los mejores QBs de la promoción, mientras que Wentz ni siquiera estaba en la lista. Por unas razones u otras (mal juego, conducta conflictiva, etc.), los Cook, Lynch, Hackenberg… empezaron a perder crédito y Goff subió como la espuma, a la vez que Wentz hacía su inesperada irrupción en la contienda. Cuando a finales de febrero se celebró el Combine de Indianápolis, ambos eran considerados ya los indiscutibles números 1 y 2 de la posición. Sin embargo, la mayoría de los expertos apenas les consideraban como prospectos de primera ronda, mucho menos para salir entre el top-5, salvo locura de alguna franquicia necesitada.
A mediados de abril, los Rams soltaban la bomba. Habían conseguido la primera selección del draft, perteneciente a los Titans, al precio de dos primeras rondas, dos segundas y una tercera. Un auténtico botín para los de Tennessee, quienes ya tenían en Mariota a su QB franquicia. De esta forma, el nuevo equipo de Los Angeles se adelantaba a los Browns, otro conjunto necesitado de quarterback, y podrían elegir al que quisieran. Por su parte, a Cleveland tampoco parecían convencerle ninguno de estos dos, y días después optaron por ceder su elección a los Eagles a cambio de dos primeras rondas, una segunda y una tercera. Los analistas no daban crédito. Esta pareja no sólo era una de las de menos calidad en los años recientes, sino que iban a costar a sus respectivos equipos una auténtica fortuna.
La noche en que todo cambió
Llegó el día del draft y, como se esperaba, Goff y Wentz coparon las dos primeras elecciones. De Goff se decía que era un pistolero, que sus estadísticas estaban infladas por una ofensiva excesivamente amable con el quarterback. Por su parte, Wentz procedía de Dakota del Norte (¿dónde está Dakota del Norte?) y su experiencia en football de élite era prácticamente nula. Todos auguraban un fracaso sin precedentes o, como mínimo, que tardarían años en estar capacitados para dirigir un ataque NFL.
La campaña 2016 fue desastrosa para nuestros protagonistas
Arrancó la liga, y la realidad dio la razón a los pronósticos más pesimistas. Wentz empezó como titular en Philadelphia, pero tras un comienzo prometedor, pronto evidenció que era un rookie con mucha falta de formación, y su estrella se fue apagando. Su juego de pies era inadecuado, sus decisiones discutibles, su mecánica de lanzamiento mejorable…
Sin embargo, peor le fueron las cosas a Goff. No fue titular hasta las últimas 7 jornadas, y el juego que desarrolló fue realmente horroroso. Haber nacido en Novato (California) parecía una premonición. Sus lecturas pre-snap eran nefastas, incapaz de identificar los blitzes ni tener presencia en el pocket. Su release era lento, su precisión inexistente. Hubo quien le catalogó como el peor QB de la NFL.
Para hacerlo todo más sangrante, sus pésimas actuaciones coincidieron en el tiempo con la erupción volcánica de otro novato elegido mucho más atrás en el draft: Dak Prescott. Incluso Kessler, elegido por Cleveland en 3ª ronda, apuntaba mejor futuro. Los comentaristas deportivos se felicitaban unos a otros con el consabido “ya os lo advertimos”. Los aficionados en Philly y L.A. se echaban las manos a la cabeza preguntándose qué disparate habían cometido, ya que siendo imposible dar marcha atrás, había que continuar con la apuesta.
El 2017 apuntaba mejor, pero ¿tanto?
El doctor Mentha se reclinó en su sillón y suspiró. Había llegado al momento en el que su paciente entró en coma. ¿Cómo explicarle que la situación de estos dos había cambiado radicalmente ahora? ¡Él, que era un simple aficionado, cuando siquiera los más sabios analistas del país eran capaces de hacerlo! Concluyó que era imposible. Por su trabajo como médico sabía que los milagros raramente ocurrían. Los enfermos pueden mejorar, pero no tan rápido. Y no por sí mismos, sin tratamiento. En este caso, las medicinas fueron los entrenadores y el entorno.
Los escuderos de Wentz
En Philadelphia, Wentz llegó de la mano de Pederson, un reconocido entrenador de QBs, posición en la que jugó en la NFL en los 90s. Además el propio Wentz, consciente de sus limitaciones, acudió en verano a clase particulares con un reconocido gurú de quarterbacks. Entre lo aprendido de uno, y la confianza depositada del otro, el pelirrojo signalcaller está siendo capaz de desarrollar su juego con total desparpajo y acierto. Su porcentaje de conversiones en tercer y cuarto down, o su eficacia en la red zone, situaciones donde para muchos se mide el cuajo de un QB, son brutales, casi automáticos.
Pero no fijemos todos los focos en Wentz. La formidable defensa de los Eagles le aporta una tranquilidad que muchos quisieran. La línea ofensiva le protege de forma admirable. Se ha fichado muy bien para reforzar el juego terrestre (Blount y recientemente Ajayi). La inversión en el cuerpo de receptores (Jeffery, Torrey Smith) ha provocado una competencia que ha hecho mejorar al grupo. Ertz es por fin el TE que todos esperábamos cuando salió de college, y a Agholor se la ha obrado el milagro de salirle dedos donde antes sólo había muñones.
Los secuaces de Goff
Por su parte, a Goff le han rodeado de una OL que es una muralla infranqueable, lo que le permite escanear todo el campo para lucir el potencial de su brazo. Le trajeron a Watkins, y ha generado una rápida complicidad con el novato Kupp para resucitar un decadente cuerpo de receptores. Han recuperado al RB Gurley; y la defensa, donde dormitaban jugones como Donald y Trumaine Johnson, de la mano de Wade Phillips vuelve a ser dominante. Pero sobre todo, el principal artífice del cambio ha sido la llegada del joven McVay como head coach. Un soplo de aire fresco que necesitaba la franquicia para resurgir, y la ciudad para engancharse al equipo. Este año ya han conseguido sobrepasar la barrera de los 40 puntos en 3 ocasiones, un hecho que sólo ocurrió dos veces en las 10 temporadas anteriores.
El futuro se presenta brillante
Wentzylvania está en ebullición. Los Angeles, fábrica de sueños, vuelve a fantasear. El ataque de los de la ciudad del amor fraterno vuela por encima de la tabla en yardas conseguidas. Los angelinos por su parte son quienes más puntos anotan. Es normal que Carson y Jared, Jared y Carson, se hayan convertido en los rostros de referencia de la NFL. No sabemos cuánta gasolina le puede quedar a Tom, Aaron o Drew. Los Ben, Joe, Philip, Alex, Elisha… apuran su últimas bocanadas en activo. Marcus y Jameis no están siendo lo esperado. Cam… bueno, Cam nunca será la imagen de la liga. Las lesiones están castigando a Andrew, Derek, Teddy y Deshaun.
El espectáculo debe continuar. La supervivencia de la propia competición depende de ello, necesitada de héroes a quienes idolatrar. Nada mejor para levantar las decaídas audiencias que la moderna reedición de un duelo antagónico. Dos jóvenes triunfadores, cada uno de un lado del país, pero unidos por el mismo draft. Dos historias con que seducir a las nuevas generaciones. Los próximos Manning y Brady.
Despacho del doctor, al romper el alba
Mentha borró la última frase. Bastante tenía el pobre Patrick Otah con la rehabilitación post-coma como para decirle que se tambaleaba el trono de su adorado Brady. Por su propia experiencia como emigrante, sabía que la cultura norteamericana es por naturaleza competitiva y personalista, lo que aplicado al football se convierte en “QB-centrista”. Tiempo tendrá el paciente cuando le den el alta de adaptarse a la vorágine de elogios que reciben estos nuevos ídolos que inmolar en la inextinguible hoguera de las vanidades de la NFL. Pero por merecidas que sean estas alabanzas, Mentha le contaría la verdad. La temporada de Wentz y Goff está siendo extraordinaria, y ojala siga así; pero los auténticos protagonistas son los Eagles y los Rams, en su conjunto.