Zach Strief llegó a Nueva Orleans en coche. Por la I10 es cómo se suele llegar a la Crescent City por carretera. Se equivocó de salida: tomó la salida Este. Fue a parar a una barriada aún deshabitada desde el paso del Katrina. Le entró el miedo que, seguramente, había ido mellando su consciencia a lo largo del viaje en coche. Un grandote como él, criado en Milford, un suburbio de Cincinnati, sobrepasado por lo que veían sus ojos. Lloró. Con el tanque de gasolina con menos de un octavo de su capacidad. Quería llamar a su padre. Se preguntó qué demonios hacia allí.
Saints, draft del 2006 y Mandy.
El draft del 2006 fue un draft histórico para los Saints. Una franquicia perdedora había hecho cambios estructurales en su staff y se empezaban a forjar las bases que sentarían el equipo en los próximos años. La llegada de Sean Payton trajo sangre nueva a una ciudad que estaba aún en plena crisis post huracán. Hasta 38 caras nuevas llegaron a Metairie esa offseason, destacando por encima de todos ellos Drew Brees y la magnífica clase del draft: Reggie Bush (primera ronda), Roman Harper (segunda), Jahri Evans (cuarta), Rob Ninkovich (quinta), Mike Hass y Josh Lay (sexta), Zach Strief y Marques Colston (séptima).
Drafteado de la universidad de Northwestern, Strief (6’7» y 320 libras) en sus primeros años (hasta 5) estuvo de backup de Jon Stinchcomb. Era versátil y tenía algunos snaps en formaciones jumbo, incluso directamente como tight end. En todo momento, Zach tiene en todo momento la mente puesta la big picture, consciente de dónde está y lo que aporta al equipo. Se siente cómodo en la ciudad y va forjando una creciente amistad con Brees.
Además, conoce a Mandy quien, a la postre será su esposa. Mandy es nativa de Nueva Orleans, ama a los Saints desde pequeña. De hecho, había sido Saintsation. Su relación es seguramente básica para que Strief no se plantee en ningún momento abandonar el equipo. Con el tiempo hemos sabido que esto fue imperativo de Mandy.
Zach Strief Big Dream Foundation.
Si por algo ha destacado Strief fuera del campo es que, desde el minuto 0 de ser profesional, no olvidó sus orígenes y empezó a trabajar (y aportar) para ayudar. Y ya en 2006 creó su fundación que ayudaba a los jóvenes a desarrollar actividades después de la escuela. Equipó con material deportivo a escuelas de su Milford natal y de Nueva Orleans. Empezando en la ciudad creciente por la zona este que tanto le había impactado en su llegada a la ciudad.
Tres años después, en 2009 publicó un libro de recetas culinarias caseras. «When you’re the biggest guy on the team» recopila 40 recetas donde hay desde platos de su madre y su esposa hasta algo de «influencia italiana». Pasado por el traductor: pasta vaya. Eran recetas que en teoría hace él en casa. Toda la recaudación del libro, ni que decir tiene, iba a a su fundación.
Drew Brees.
«Drew Brees ha sido la única y mayor motivación para mí como jugador». Así empezó la conferencia de prensa de Zach Strief el día que se anunció su retirada. Le siguió un emotivo discurso, con mucho de personal. Discurso que terminó con el QB entre lágrimas cuando oía el «Mi mejor drive como jugador fue no permitir que cayera».
Muy grande tiene que ser alguien para tocar la fibra sensible de alguien con el aura de Brees. A esos niveles, entrar en el círculo de confianza de una superestrella sólo es posible si eres alguien muy especial. Pero es que Zach no es sólo grande de tamaño. También lo es de corazón. Escudero de Brees en el campo y fuera de él desde que ambos llegaran ese 2006. Horas de analizar jugadas a deshoras, intentando mejorar, sacrificando «horas con la familia». Allí se forjó la relación entre Strief y el futuro Hall of Famer. Y eso difícilmente lo alterará el tiempo.
Y seguramente, envejezcan cerca uno de otro, brindando al sol de Louisiana con una cerveza artesana.
Port Orleans Brewing Co.
Y es que sólo anunciar su retirada, Strief anunció que se concentraba en el negocio. Una persona como él sólo podía tener un negocio entre amigos (5 en concreto, uno de ellos su suegro). Y qué mejor que la cerveza para compartir momentos con amigos. La compañía es una pequeña fábrica de cerveza en Nueva Orleans. Allí también se puede ir a probarla e incluso comer a orillas del Mississipi.
Es el retiro dorado de cualquier amante de la cerveza. Tener tu propia marca y disfrutar de ella tranquilamente, viendo crecer a tus hijos. ¿O quizás no? Y una vez por semana poder ir a ver el equipo cómo lo lleva sin ti. De acuerdo, tiene que cantar las jugadas, el play by play para las emisoras locales junto a otra leyenda como Deuce Mcallister. Es el pequeño precio que tiene que pagar después de 158 partidos con 94 titularidades con los New Orleans Saints. El precio que tiene que pagar por una vida como Saint.
Zach Strief piensa en aquel primer atardecer llegando a la ciudad con el coche. Piensa en aquél chico asustado, lloroso, que se equivoca de salida. En la voz de su padre al teléfono. En las dudas, en el miedo. Y después de todo lo ocurrido en esta ciudad, en este estado, puede mirarlo de cara y sentirse orgulloso de él. De haber continuado adelante. Y agradecido porque gracias a él puede disfrutar de la vida que quiere vivir.
Salud y WhoDat