Se hizo la noche en Cincinnati

Debido a la inclinación terrestre, hay lugares en el mundo donde las noches duran más de dos meses. Una de estas ciudades es Barrow, donde la noche polar comenzó el pasado 17 de noviembre. Curiosamente, esa misma noche se hizo la oscuridad en Cincinnati por la lesión del quarterback bengalí Joe Burrow, de nombre sorprendente similar a la citada localidad septentrional de Alaska.

La confirmación de la baja para toda la temporada del mariscal de Bengals, nos dejó a todos los aficionados sumidos en la tristeza, como una niña con su muñeca rota. Concretamente, la derecha. La de lanzar. Una lesión afortunadamente no tan grave como para cuestionar su futuro en la NFL, pero lo suficiente para arruinar la campaña 2023 del equipo, y que los seguidores naranjinegros no nos encontremos el pulso.

La NFL es la competición más igualada del deporte profesional. Las oportunidades (ventanas) son tan estrechas, que lo normal es que un buen equipo tan sólo disponga de dos o tres balas en su cargador para disparar al trofeo Lombardi. Un proyectil disparado al aire, como el de este año, supone una pérdida casi irreparable. Enfrentarnos a un destino con la incertidumbre en la continuidad de alguno de los pilares de este conjunto (Tee Higgins, D.J. Reader, Tyler Boyd o Jonah Williams) nos enfrenta a un abismo de vértigo. No puede ser que, tras tantos años de insomnio, cuando por fin estamos tan cerca del sueño, nos despierte semejante pesadilla.

 

 

El futuro inminente

La NFL es un tren desbocado que no espera a nadie. Ni siquiera a los que les pasa por encima. El rey ha muerto, viva el rey. No queda otra que agarrarse a la sucesión, y a quien vuelva a alinearse tras el center de Bengals, desear que le acompañe la fortuna de la que careció su predecesor. El honor, o el marrón, según se mire, le está cayendo a Jake Browning, valga la redundancia.

Browning es un quarterback que sin duda ha conocido momentos mejores. Concretamente en 2016, cuando lideró a la universidad de Washington al título de la conferencia Pac-12. En los dos siguientes años colegiales no estuvo tan afortunado, y quien fue en su día 6º clasificado al trofeo Heisman, acabó su carrera sin ser drafteado. Aún así, conserva varios títulos de los Huskies, como el de victorias, yardas de pase y touchdowns.

Tras dos años en el equipo de prácticas de Vikings, llegó a Bengals en 2021, donde pasó otros dos años en idéntica ubicación. Sin destacar en exceso en sus oportunidades en los partidos de pretemporada, sólo el peor rendimiento del resto de candidatos le otorgó plaza en el roster principal al comienzo de esta temporada. Tras 4 años en la NFL, no lanzó su primer pase completo hasta que tuvo que suplir a Burrow en el partido contra Ravens.

 

Siempre a la sombra de Burrow, Browning no es más que un parche de circunstancias. Que su dorsal sea el #6, justo el inverso que el #9 de “Joe Cool”, es más que una paradoja (foto: DAZN)

 

 

Jake Browning I “el breve”

No podemos por tanto tener las expectativas muy altas con Browning. No es un joven con ganas de comerse el mundo, ni un veterano con una extensa hoja de servicios a sus espaldas. Lo mejor que se puede decir de él es que es un signo de interrogación. De él depende convertirlo en uno de admiración, y quién sabe si para el año que viene, encontrar un buen destino en otra franquicia (con Burrow, en Cincinnati está condenado a ser suplente). Lo peor, que ahora su plaza de suplente estará ocupada por A.J. McCarron, un quarterback que, al contrario que él, tiene experiencia en la NFL, el cariño del aficionado nostálgico, y que ya llevó una vez a unos Bengals en similar situación de emergencia a playoffs, quedándose a un fumble de Jeremy Hill ganar el wildcard.

En cualquier caso, sea quien sea quien acabe de quarterback titular de los atigrados, decir que la temporada está acabada es quedarse cortos. Tras las inversiones en línea ofensiva, renovaciones de linebackers, etc., no clasificarse, al menos, para playoffs hubiera derivado en colocar la palabra “fracaso” junto al año 2023 en la historia de la franquicia. La directiva había puesto su mayor empeño en regresar a la Super Bowl, maximizando el plan A, pero descuidando el B.

Todos sabemos de la dureza de este deporte. Por una razón o por otra, prácticamente la mitad de los equipos han tenido que alinear en algún momento de la temporada a su quarterback suplente. La lesión de Burrow durante el training-camp debió haber activado todas las alarmas. Como suele habituar en Bengals, el coraje de “Joe Shiesty” ¿recuperándose? en tiempo record acabó por silenciarlas. La directiva no consideró prioritario reforzar la posición de segundo quarterback. De aquel pecado llevamos ahora esta penitencia.

 

La lesión de Burrow en su pantorrilla derecha al comienzo de training-camp debería haber apremiado a la directiva de Bengals a buscar una alternativa de cierta confianza para pelear los partidos que pudiera perderse, en vez de forzarle a jugar sin estar todavía al 100% (foto de Kareem Elgazzar para Cincinnati Enquirer)

 

 

De noche, todos los gatos son pardos

Ahora que la noche ha caído sobre Cincinnati y todos sus seguidores, se es más consciente que nunca de su oscuridad y los horrores que alberga. Todos los demonios que exorcizaba el chico de Ohio han vuelto, furiosos, de su caverna.

Demonios del pasado (lesiones de Andy Dalton en el 2015, de Carson Palmer en 2005, más atrás en el tiempo, de Greg Cook en 1969), pero también del presente (pésima coordinación de la línea ofensiva, juego de carrera ineficaz, plan de partido plano y previsible…), e incluso del futuro (incertidumbre sobre el potencial del equipo cuando no pueda mantener a sus figuras todavía con contrato rookie). Burrow ocultaba las miserias de Mixon, de sus compañeros de línea, de los entrenadores… Ahora todas ellas quedarán expuestas. Del día a la mañana no se vuelve un runningback más rápido, o un guard más poderoso, o un coordinador más lúcido. La negrura que se extiende sobre los Bengals es infinita. Allá donde se mire, apenas se distinguen gatos en la oscuridad. Más allá de la defensa, hay pocos clavos ardiendo a los que agarrarse el aficionado.

 

 

Noche toledana en Cincinnati

Sin embargo, los Bengals necesitan hacer de la necesidad, virtud. Sin Burrow, su guía tanto anímico como táctico, no les queda otra que reinventarse. Aprovechar, dentro de lo posible, el cambio de circunstancias para extraer, dentro de la desgracia, experiencias de cara al futuro.

Tener que despojarse violentamente de la “Burrowdependencia” obligará a Cincinnati a enfocarse más en el juego de la carrera (hasta ahora, tan solo un tercio de las jugadas eran por tierra, un porcentaje que deberá aumentar). Mixon lleva una temporada muy decepcionante, quizá porque no le daban tiempo a calentar las piernas. Ahora tendrá que sobrellevar una responsabilidad mayor. Por otra parte, también se abre la oportunidad de probar al novato Chase Brown, como posible sustituto a futuro.

Siempre se ha criticado a la línea ofensiva por la cantidad de sacks encajados por Burrow. Sin embargo, en muchas ocasiones, era la propia imprudencia de éste por prolongar las jugadas lo que le ponía en riesgo. Ahora, con un quarterback más “tradicional”, tendrá la oportunidad de demostrar si realmente era suyo el problema. De confirmarse, dará una pista a la directiva sobre dónde reforzar el equipo para el próximo curso. No pueden seguir exponiendo al principal activo de la franquicia.

Ningún tight-end de la actual plantilla tiene contrato más allá de esta temporada. Siendo esta figura tan importante como válvula de seguridad para un quarterback inexperto, los 7 partidos que restan a Bengals serán sin duda un importante “casting” para determinar si alguno de ellos merece ser renovado. Igualmente, en defensa, es el momento de dar más protagonismo a los rookies: Myles Murphy (defensiveend), D.J. Turner (cornerback) y Jordan Battle (safety).

 

Dado que Burrow ya no podrá contribuir desde el campo, al menos empleará su talento en ayudar a su sustituto, y a los entrenadores, en la ejecución de las jugadas ofensivas (foto de Jason Behnken para AP/Photo)

 

 

La noche es más oscura justo antes de amanecer

Se avecina un panorama sombrío para los entrenadores ofensivos de la franquicia bengalí, acostumbrados a delegar sus funciones en el talento de Burrow. Su obligada ausencia supone para ellos un importante desafío, un test sobre su valía y resiliencia. Son muchos los casos en los que la baja del quarterback titular no ha supuesto el final de las opciones para un equipo candidato al título. Es el momento de demostrar si están a la altura, si merecen seguir al volante de este bólido llamado Cincinnati.

Igualmente, en las tradicionalmente austeras oficinas de sus directivos, replantearse hasta qué punto es inteligente ahorrar en la figura del quarterback suplente. Hoy en día, es una lección que todos los managers generales deberían colocar en lo alto de su lista de prioridades.

Pero por negro que se vea el panorama ahora, recordad que no cayó una noche que no amaneciera al día siguiente. No veremos más a Burrow sobre el emparrillado este año, pero todavía podremos disfrutar de las travesuras de Ja’Marr Chase, el poderío de Tee Higgins, o la capacidad en la presión de Trey Hendrickson.

Joe Burrow volverá. La misión de Bengals ahora es proporcionarle, a través de las lecciones aprendidas y la formación de los jóvenes, el mejor equipo posible para 2024.

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *