LA NFL REINA EN LONDRES

Tras un año y medio de pandemia y sin dos grandes equipos, la NFL inauguró la vuelta de los London Games batiendo su récord de asistencia en el Tottenham Hotspur Stadium. NFL 

 

Nerviosismo, emoción y mariposas recorrían mis entrañas mientras ascendía por las escaleras que daban a la boca norte del empacado Tottenham Hotspur Stadium. El rugido de más de sesenta-y-cinco mil personas era ensordecedor y cobijaba tanto a los aficionados entendidos cómo a los que vivían por primera vez la experiencia. Mientras nos dirigíamos a los asientos reservados para la prensa, un vigilante de seguridad denotó mi expectación y me dijo “no hay nada cómo la NFL, por fin ha vuelto”.

Tras más de año y medio de restricciones y limitaciones en nuestros modos de vida, Londres volvía a vestirse de meca del fútbol americano. Esta vez los Atlanta Falcons hacían de huéspedes y el estadio Spur dejaba de lado sus clásicos colores para teñirse del rojo y negro característico de los Dirty Birds. El rival: New York Jets, un equipo que al igual que los Atlanta Falcons se encuentra en una reconstrucción, más declarada que la de los locales. 

El partido era solo un pequeño bocado del gran pastel que una jornada regular de la NFL depara. A las nueve y media de la mañana el evento abría sus puertas al público y el tradicional tailgate daba comienzo. Paraditas de comida saciaban el hambre de cientos de aficionados, tiendas de ropa y merchandising vestían a los seguidores, mientras, en pantallas gigantes se emitían programas de football que predecían el resultado del encuentro. 

 

Empieza el show

Había vuelto el mejor deporte del mundo y así se aseguró la NFL de hacerlo saber al mundo. Tras la emisión del himno británico, a lo alto de una pasarela que se erigía sobre el velarium del Tottenham Hotspur Stadium, la cantante y actriz norteamericana Marisha Wallace, entonó el “Star-Spangled Banner”. Tras entonar las últimas notas, el cielo se rompió y tres cazas sobrevolaron el estadio iniciando un show pirotécnico inaudito. 

Rugió el estadio, pelos de punta, piel de gallina y las pupilas se dilataron, un cóctel perfecto para caer rendido a la megalomanía de la NFL. Mientras el aficionado terminaba de asentar sus emociones, los equipos especiales se disponen a realizar el kick-off. Abrumados por la emoción y víctimas del fervor, las aficiones de los equipos partícipes empezaron a corear los cánticos y vítores de sus respectivos equipos. 

Younghoe Koo, kicker de los Atlanta Falcons, cogió carrerilla y pateó el balón al despejado cielo londinense. El balón caía en la endzone rival, touchback, manos a la obra. Saltaba al campo el niño maravilla, el nuevo juguete de los New York Jets Zach Wilson. Las expectativas y predicciones señalaban la contienda como el escenario perfecto para que el joven de Utah brillara. Pero para desgana de los incansables aficionados de Jets, el momentum tras la victoria de Titans no se prolongó en Londres y si lo hizo, se disipó en una primera mitad dónde el conjunto verdiblanco solo logró anotar un fieldgoal.

 

 

Falcons, en su línea

Tras un inicio de partido lento, los Falcons lograron abrir el marcador gracias a un field goal del infalible Younghoe Koo. Pero sin Calvin Ridley ni Russell Gage, la ofensiva rojinegra precisaría de algo más que  el acierto de Koo y Matt Ryan, sino también de la producción de su talentoso cuerpo de tight-ends. Durante todo el partido Kyle Pitts se vistió de Julio Jones e hizo olvidar al aficionado Falcon la baja de Ridley y hasta el traspaso de Quintorris. 

 

¿os imagináis a quien busca Ryan? / usatoday.com

 

El rookie logró su primer touchdown de recepción y partido de más de 100 yardas, una proeza que el aficionado rojinegro llevaba semanas esperando impaciente por ver. El hombre que debía traer esperanza a una afición que ya no siente, convenció al público británico que acababa de presenciar el nacimiento de una estrella. Matt Ryan por otro lado, logró la proeza de completar 5.000 pases, séptimo mariscal en la historia en lograrlo. Un hito que el veterano qb de Boston College complementó con un partido exquisito. 

La ofensiva atlantesa fue una apisonadora a lo largo de toda la primera mitad y muchos habrían zanjado el encuentro después de que los de Arthur Smith anotaran 20. Aun así, el aficionado promedio sabrá que tratándose de Atlanta, no existe ventaja grande ni resultado suficientemente abultado como para asegurar que los Falcons se lleven la victoria. 

 

 

Tonteando con el pasado

Luego de un descafeinado half-time show, el encuentro se reanudó con un touchdown rápido de carrera de Ty Johnson. A pesar de que Matt Amendola fallase el extra point, algo en el ambiente empezaba a inquietar al aficionado de Atlanta. A mi lado tenía al mítico reportero de la capital del melocotón Darryl Orlando Ledbetter, quién, tras el touchdown de Jets, se frotó los ojos y respiró profundamente, contemplando impertérrito el campo, probablemente recordando fantasmas del pasado. 

El Tottenham Hotspur Stadium empezó a sumirse en un rumor ensordecedor después que, tras un meticuloso drive ofensivo de un espléndido Matt Ryan, Mike Davis perdiese el balón y este fuera recuperado por el conjunto green. Ledbetter hizo una mueca y carraspeó, mientras la afición de los Jets se envalentonó y empezó a soñar con la remontada. De hecho, casi la pudieron saborear.

Mientras el aficionado de los Falcons veía con impotencia cómo la abultada ventaja se escurría entre sus dedos, el infarto llegó. Zach Wilson, con una buena toma de decisiones, logró conducir un drive con soltura que dejó a “The Gang Green” a las puertas de la end-zone de los locales. Seguidamente, llegó el touchdown de carrera y una conversión de dos puntos que dejó al seguidor de Jets eufórico y al de Falcons desalentado.

 

 

Últimos minutos de infarto

Hay una parada de la línea pública de transportes en Londres que lleva el nombre Victoria. A esta se puede llegar cogiendo el autobús número 13 y lo más probable es que, por muy alocada que sea la conducción del cochero, no genere tantos infartos como ver los últimos minutos de un partido de los Atlanta Falcons. Pero, contra todo pronóstico, Arthur Smith mantuvo la serenidad y con precisión diseccionó la defensa de Jets para lograr anotar el touchdown que aseguraría el triunfo y privaría a sus aficionados de tener que pedir cita con sus cardiólogos.

 

¿Zach Wilson en modo picardia? / usatoday.com

 

A pesar de que Jets pelearan hasta el final, los numerosos errores a ambos lados del balón impidieron que los de Saleh pudieran contestar el preciso ataque de Falcons y su disciplinada defensa. Aunque si la picardía de Zach Wilson y su indudable talento se complementan con una seguridad desde el coaching staff, de seguro que la franquicia le dará la vuelta a la tortilla. 

Tanto para Falcons como para Jets, el escenario supuso un reto importante. Los locales no se sintieron tan acompañados y los visitantes no estuvieron a la altura de su incansable afición. Una cosa es clara, las reconstrucciones llevan tiempo y si estas pretenden hacer mella en sus respectivas culturas aún más. Pero algo es indudable, Londres y los aficionados del mundo entero esperaban con ansia el retorno de la mejor liga del mundo. 

 

 

Por Santi Dommel Méndez

 

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