Dice el refrán que, si la vida te da limones, hagas limonada. El problema se origina cuando necesitas zumo de naranja y pretenden hacerte creer que el jugo ácido que estás bebiendo no proviene del fruto del limonero, sino del naranjo. Sirva este símil para explicar la sensación que, después del draft de los Cincinnati Bengals, sentimos la gran mayoría de sus aficionados.
El Draft venía este año bien surtido de jugadores con capacidad para presionar al quarterback o mejorar el ataque terrestre. Ambas realidades muy necesarias para el equipo atigrado. Sin embargo, se optó en cambio por reforzar las unidades de linebackers e interior de la línea ofensiva. Sin negar la falta que pudieran hacer estas posiciones, la verdad es que son más sencillas de encontrar en la agencia libre y eso habría dejando el draft para adquirir jugadores con cualidades más difíciles de conseguir en el mercado.
Cuesta, por tanto, tragar un brebaje del que, ya al primer sorbo, detectas que no es lo que te habían ofrecido. La supuesta (y necesaria) recuperación defensiva no soporta un análisis un poco más exhaustivo. La mejoría en la línea ofensiva queda muy en la superficie. Así que, vamos a necesitar una buena dosis de azúcar, en forma de fe e ilusión, para esta bebida con la que muchos no tenemos claro si nos sigue dejando la boca seca.
Draft de los Bengals: 1ª Ronda Pick#17. Shemar Stewart (Edge – Texas A&M)
En su primera elección, los Bengals apostaron por darle un impulso al alicaído pass-rush del equipo. El elegido fue el edge de Texas A&M, Shemar Stewart. Con una de las defensas más flojas de la competición en este apartado y sin el futuro de Trey Hendrickson, pocas pegas se pueden poner a la decisión.
Lo discutible puede ser el joven elegido. No pretendo en este artículo extenderme en las virtudes o defectos de cada jugador. Para eso, hay compañeros, como Yayo e Iñigo, mejor preparados, cuyos videos podéis revisar. Me limitaré a su posible impacto dentro de la franquicia del sur de Ohio. En este sentido, Stewart viene a ocupar la plaza vacante del retirado defensive-end Sam Hubbard. Esto no es un simple cambio hombre por hombre, ya que son jugadores de características muy diferentes. La llegada del novato pretende revolucionar la presión al quarterback, donde el equipo bengalí se ha desenvuelto de forma bastante deficiente.
No deja de ser curioso el objetivo, puesto que Stewart es uno de los edges-rushers con más baja producción de su generación. Apenas 4,5 sacks en 3 años de carrera universitaria no es un dato para entusiasmarse. Nadie duda de la capacidad de este gigantón (sus proporciones físicas son desorbitadas) para penetrar en los backfields rivales, aunque una vez allí, no es capaz de culminar con éxito su misión. Cual elefante en cacharrería, arrasa con todo, pero la falta de un plan permite salir indemnes a sus pretendidas víctimas. La potencia sin control no sirve de nada, como rezaba un famoso eslogan publicitario de finales de los 90’s. Por tanto, corresponde a los entrenadores de Cincinnati la tarea de domesticar esta fiera hasta convertirla en un depredador digno de la NFL.
El encaje de Stewart en los Bengals
La primera decisión de los técnicos sería determinar dónde puede resultar más útil. Quizá sea precipitado darle excesivas responsabilidades como edge-rusher a tiempo completo, pero podría intervenir de manera puntual. Buscar la presión en situaciones de pase, tanto por el exterior como por el interior de la línea defensiva, aprovechando su envergadura. Con apenas 21 años y pocos meses, tiene todo el futuro por delante para determinar en qué posición pueda rendir mejor. El problema es depender de que le desarrollen nuestros entrenadores, cuya hoja de servicios en este apartado no es demasiado brillante.
Por lo tanto, estamos ante un chico con una planta impresionante. Ahora bien, sin la dirección (y paciencia) adecuadas, puede perderse como tantos otros portentos físicos antes que él. Es una elección de riesgo, pero tampoco las alternativas lo estaban exentas (Pearce o Green llegaban con red flags por su actitud). En todo caso, será difícil que aporte en su primer año, como sería el deseo de todos los aficionados. No cometamos el error de juzgar su elección hasta que no pase cierto tiempo.
Draft de los Bengals: 2ª Ronda. Pick#49. Demetrius Knight Jr. (Linebacker – South Carolina)

El siguiente rookie es en realidad un señor casado y con dos hijos. Con 25 años cuando comience la competición (tan solo es 4 meses menor que Chase, por ejemplo, que ya lleva 4 años en la NFL) podríamos decir que su mayor virtud es la experiencia. Sin embargo, no es el caso. Como quarterback reconvertido a linebacker, tampoco lleva tanto tiempo en esta demarcación. Al menos, su pasado interpretando defensas le da una visión del juego de la que carecen sus compañeros de promoción.
Knight es, eso sí, un jugador muy maduro, inteligente y esforzado sobre el emparrillado. De nuevo, me remito a mis compañeros Yayo e Iñigo para un análisis profundo. Tras la experiencia del año pasado con el díscolo wide-receiver Jermaine Burton, los Bengals huían de jugadores conflictivos. El segundo defensor, de forma consecutiva, evidenciaba la imperiosa necesidad de reforzar este lado del balón. Más discutible podría ser la decisión de añadir efectivos a la unidad de linebackers en vez de a la secundaria o al interior de la línea. También, es legítimo el debate sobre si se debió emplear esta elección top-50 en la línea ofensiva.
Knight tiene la responsabilidad de hacer olvidar con su juego las opciones de otros jugadores no seleccionados
El draft es también, todos lo sabemos, una suerte de lotería. Si en primera ronda el jugador elegido justo antes del pick de Bengals fue el defensive-tackle Waler Nolen, uno de los favoritos de la afición, en esta segunda salió justo antes el offensive-tackle de Minnesota, Aireontae Ersery. Probablemente, si fueran estos los seleccionados, la sensación entre la nación bengalí sería diferente.
En cualquier caso, Knight aportará un necesario refresco de juventud en la unidad (aunque no tanto, como hemos visto). Otra cosa es en cuanto a talento, ya que es un linebacker de características muy parecidas a Germaine Pratt (quien, recordemos, solicitó el traspaso y cuya continuidad en Cincinnati está cuestionada, más con la llegada de este rookie).
Draft de los Bengals: 3ª Ronda. Pick#81. Dylan Fairchild (Offensive Guard – Georgia)

Llegando a tercera ronda del draft, los Bengals no podrían retrasar por más tiempo el refuerzo de su línea ofensiva. Si bien tenían la opción de un offensive-tackle y reconvertirlo a guard (Emery Jones, de LSU, tendría sentido), optaron por un offensive–guard “puro” como Fairchild, guardia izquierdo de los Bulldogs de Georgia.

Uno de los mejores guards de la promoción, fue el primer jugador de línea escogido desde la elección 57 (precisamente su compañero de universidad Ratledge). Seguramente, aquí Cincinnati encontró un gran valor, en una posición de evidente necesidad tras haber prescindido de Alex Cappa (y no haber buscado un reemplazo a la altura en la agencia libre). Puede que sea, por consenso, la elección que más satisfizo a la afición atigrada.
No suele ser habitual que un novato de tercera ronda se proyecte como titular desde el primer día, pero esto es lo que hay en la franquicia bengalí. Puede que se subestime a Fairchild por venir de una línea ofensiva de gran nivel donde brillaba más el grupo. Sin embargo, no se debe olvidar que él formaba parte de ese grupo. Por su carácter y competitividad, no debería tener problema para ganarse un puesto como protector de Joe Burrow.
Draft de los Bengals: 4ª Ronda. Pick#119. Barrett Carter (Linebacker – Clemson)

Entramos en las procelosas aguas de los jugadores seleccionados en el tercer día. En estos cardúmenes ya se puede considerar como un éxito pescar algún titular. Con capturar alguna pieza útil en cobertura de retornos, o como especialista en alguna función puntual, se podría considerar amortizado el pick. Este podría ser el caso de Carter.
Puede que sea un tanto pequeño para ejercitarse como linebacker a tiempo completo en la NFL. Aún así, su velocidad puede ayudar en situaciones puntuales de tercer down, ya sea por su capacidad en el blitz, o en la cobertura de pase. Igualmente, puede realizar misiones de “espía” del quarterback rival para limitar sus correrías, algo nada desdeñable en la conferencia en la que deben sobrevivir los Bengals.
Seguramente, Carter estaba considerado entre los mejores linebackers del draft. En condiciones normales, encontrar a mitad de la cuarta ronda un jugador proyectado tan arriba en su promoción debería verse como un éxito. Por desgracia, todos sabemos lo devaluada que se encuentra esta posición y, habiendo seleccionado otro linebacker un par de rondas antes, no resulta fácil defender esta decisión.
Draft de los Bengals: 5ª Ronda. Pick#153. Jalen Rivers (Offensive Tackle – Miami)

Rivers entra dentro del molde de liniero ofensivo que últimamente gusta por Cincinnati: grande, alto y con largos brazos. Oficialmente fue listado como tackle, pero es muy probable que, por su limitada capacidad atlética, tenga que buscarse el futuro como guard. En todo caso, nunca está de más disponer de jugadores versátiles, aunque su calidad no le dé, de momento, para titular.
Uno de los principales problemas, desde hace tiempo, de la línea ofensiva de Bengals es no tener un adecuado fondo de armario. Y esto es un imprescindible, bien sea por necesidades con las lesiones o a la baja forma de alguno de sus componentes. Bajo este prisma, hay que entender esta elección. La protección a Burrow nunca debería estar bajo cuestión.
Esta dualidad tackle/guard puede hacer que Rivers sea uno de los elegidos para estar activo en los partidos desde la suplencia. Por otra parte, después de no renovar a Trent Brown, tampoco quedaban en la plantilla relevos de cierta garantía ante las posibles bajas de los offensive tackles titulares, Orlando Brown y Amarius Mims… aunque analizando su historial, lo más probable es que sea el propio Rivers quien acabe en la enfermería.
Draft de los Bengals: 6ª Ronda. Pick#193. Tahj Brooks (Runningback – Texas Tech)

La cantidad de buenos runningbacks que traía este draft permitió a Cincinnati encontrar un jugador interesante en 6ª ronda. Brooks termina su carrera universitaria, aparte de con importantes logros académicos, con un productivo historial deportivo. Un ejemplo es que ha logrado correr más de 100 yardas en 19 de sus últimos 22 partidos. Su nombre, Tahj, proviene de la lengua africana suajili, y significa “rey”, o “corona”. No cuento con que se convierta en el “rey” del juego de carrera bengalí, pero su tenacidad como corredor norte-sur le convertirá en una pieza muy valiosa en situaciones de goal-line (atentos los jugadores de fantasy).
Tras 633 carreras en sus últimos dos años, llega a la NFL con bastante desgaste. Sin embargo, los Bengals no suelen distinguirse por repartir el trabajo entre sus runningbacks, así que, de participar, lo hará en situaciones puntuales de pocas yardas, o como protector de pase en tercer down. Además, tiene experiencia en equipos especiales, tanto en labores de retorno de kickoff como en protección del punter. Probablemente, aquí será donde tendrá que empezar a ganarse la confianza de los entrenadores.
La unidad de corredores de Cincinnati, aparte del titular Chase Brown, solo contaba con Zack Moss (quien reestructuró su contrato para evitar ser cortado) y Samaje Perine, quien, ya en la frontera de los 30 años y con más pasado que futuro, tampoco tiene asegurada la continuidad. Hacía falta inyectar talento y rejuvenecer el grupo.
¡Pidamos tequila!
Como conclusión, no queda más remedio que tener fe en que los entrenadores hayan acertado. Confiar en que los jugadores seleccionados por los Bengals en este draft de 2025 sean realmente la respuesta a lo que todos los seguidores bengalíes necesitamos para volver a ver a nuestro equipo en lo más alto. Seamos optimistas y disfrutemos con la llegada de los nuevos cachorros. Si la vida nos da limones, ¡pidamos tequila!
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