El baile de fin de curso

Que Chiefs es un equipo en disposición de optar al anillo, por primera vez en… demasiados años… Eso, eso es seguro.

De aquí a conseguirlo van, como poco, 20 semanas, alguna bola dividida que cae de tu lado, alguna decisión arbitral que te beneficia, algo de suerte en un cruce, un partido de meteo determinante y un chute que da al palo.

Y es que en ésta NFL, constituida por grandísimos equipos, equilibrios y desequilibrios brillantes, y un sinfín de detalles que igualan al mejor equipo con el peor en “un domingo cualquiera”.  Disponer de un roster magnifico no supone per se una victoria en el domingo de febrero.

Y podríamos analizar temporadas atrás, y enumerar grandísimos equipos y jugadores que se quedaron sin anillo, y nos saldrían a decenas.

Pero los gurús de ésto, que cada vez hay más, nos dirían que no se puede comparar porque la liga cambia a la velocidad de la luz, y la situación coyuntural no es la misma…

Pues bien, no hay que retroceder tanto.

El ejemplo de los Rams del año pasado nos podría servir como equipo concebido para lograr el anillo. Un roster cargado de talento (y de dinero) y se quedan a las puertas… y a la espera de saber cómo rendirán ésta temporada, de momento, ese equipo de Madden compitió como el que más. Y perdió como los demás.

Pero para mi, el ejemplo ideal es el de los Saints:

Un conjunto que ya no es, seguro, un one year wonder. Un conjunto que hace cuatro años anotaba puntos como churros. Y hace tres. Y que invirtió en el draft, y muy bien, y en la agencia libre para equilibrar la plantilla con una defensa acorde. Dios sabe que lo consiguieron…

Una franquicia macerada a fuego lento que lo tiene todo para ser campeón.

Un quarterback Hall of Fame, un receptor top 5, un juego de carrera abrumador, una defensa de esas que ganan campeonatos…

Pero no lo gana.

Porque una decisión arbitral… porque un pase milagroso en el último segundo…

En el deporte nadie, NADIE, puede prometer una victoria. En fútbol americano, aún menos.

Y se puede prometer esfuerzo, claridad, sobriedad,  o preparación. Puedes hacerlo muy bien y obtener muchos boletos. Pero los números pueden y suelen ser caprichosos.

Kansas City Chiefs se presenta este año al sorteo con mucho apostado. Se presenta con todo. Hace un par de años rompió su propio techo de cristal, gestó un plan y parece que la ejecución hasta el momento es casi perfecta y precisa.

En mi opinión se perdió una “chance” la temporada pasada. Por un detalle, si, pero se perdió. Y en ese año contabas con un factor que resulta siempre importante, pero que en la NFL es vital.

El factor sorpresa

Cuando la mayoría aún no te toma lo suficientemente en serio. Cuando saltar a jugar a tu terreno no es el gran reto para la mayoría. Y sobretodo, cuando las grandes mentes de este deporte no se han encerrado horas y horas en un sótano  para descifrar las claves de tus planteamientos, ahí, tienes un “gap” importante. Y a menudo, si la moneda cae de tu lado, suele ser definitivo.

Es más, si exceptuamos a Patriots, que siempre hay que quitarlos de una ecuación donde aparezca el término normalidad, la mayoría de los últimos vencedores, lo han sido de una forma bastante sorpresiva. Eran buenos equipos, pero tampoco como para… Y ahí están, presumiendo diamantes en el dedo.

Los Chiefs han balanceado las líneas. La defensa, el eslabón más débil, es una incógnita. Con el cambio de sistema de defensa, de coordinador defensivo, y de gran parte de los jugadores, solo una cosa parece clara: es difícil hacerlo peor que la pasada campaña. Así pues, por omisión del deber de la unidad al completo en la pasada temporada, se va a conseguir un claro upgrade éste año. El laureado será Spagnuolo, pero todos sabremos que lo tenia “fácil”.

El ataque sufrirá previsiblemente, un pequeño receso. Es difícil mantener números que no se han conseguido en 50 años, una temporada tras otra. La baja de Kareem Hunt, la de Morse…

Pero no me cabe ninguna duda que aún con un 0,5 menos de poder, y con el factor sorpresa congelado, el ataque va a estar entre los más decisivos, constantes e incisivos de la liga. Y lo que es más importante, de los más determinantes.

Mecole Hardman, el futurible sustituto de Hill, es tan rápido como él, tan profundo, tan eléctrico.

Si situamos a Hill en un extremo, y Hardman en el otro, podemos visualizar dos auténticas autopistas abiertas a los lados de la cal. Defensas muy retrasadas y espacios enormes por todos los lugares. Ahí, entonces entran el gran Sammy Watkins, su velocidad y sus manos y el mejor TE receptor de la liga. Kelce!

Esos espacios entre los números van a ser de su propiedad y el sistema parece ayudarles, y mucho.

Añadimos a la fórmula, un comité de tres buenos running backs, liderados, no lo olvidemos, por un Andy Reid capaz de sacar petróleo en la posición, indistintamente de los nombres que figuren arriba del dorsal del portador del ovoide… y tenemos ese ataque élite.

De hace solo tres años, el 90% de los jugadores que se aporreaban en el Arrowhead por el bien de los jefes, no están en el equipo.

Se detectó un problema de techo. Se pusieron a la obra, y recondujeron el rumbo sin dejar de competir ni un solo momento.

Ahora están preparados para que la moneda gire en el aire y caiga de su lado. Y es que sin ese factor de suerte, esa conjunción de los astros para que se dé todo a favor. Sin ese momento clave que todos recordaran años después, es prácticamente imposible coronarse campeón de la liga más dura del mundo.

Pero os digo una cosa, los que estuvimos ahí, recordaremos más que esa moneda o ese pañuelo, recordaremos que las cosas se hicieron tan bien que nos permitió estar en el sorteo.

Y es que no puedes controlar todos los factores. Pero si estás en el baile, sólo si estás, es cuando puede suceder que la chica de tus sueños te pida bailar.

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