Los Titans es lo más cercano a las olimpiadas que tiene (y tendrá) la NFL

Al margen de las presencias que a título individual han tenido grandes estrellas de la NFL en los eventos olímpicos (Jim Thorpe, Ollie Matson, Bob Hayes, Jim Haines, Bo Roberson, Tommie Smith o Marquise Goodwin, entre otros, y ningún Steeler, por cierto), el deporte como tal ha vivido históricamente al margen del movimiento olímpico… salvo en dos de las cuatro veces que los Juegos de verano se han celebrado en suelo norteamericano. olimpiadas olimpiadas olimpiadas olimpiadas olimpiadas olimpiadas olimpiadas olimpiadas olimpiadas olimpiadas olimpiadas olimpiadas olimpiadas olimpiadas olimpiadas olimpiadas olimpiadas olimpiadas olimpiadas olimpiadas 

En efecto, durante los terceros Juegos de la era moderna, celebrados en 1904 en la ciudad de St. Louis, Missouri, y aprovechando las magníficas instalaciones deportivas construidas al efecto, en particular el Francis Field de la Universidad de Washington de St. Louis, se disputó el campeonato universitario de fútbol americano en paralelo al programa olímpico pero integrado en él, disputándose la histórica final entre las formaciones de los Carlise Indians –de donde surgiría el legendario Thorpe- y los Haskell Indians Nation, dos instituciones formadas por nativos indios, en la que los de Pensilvania derrotaron a los Haskell por un contundente 38-4, pudiendo afirmarse que a la fecha, aún son los únicos “campeones olímpicos” de futbol americano de la historia.

 

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La segunda ocasión en que el fútbol americano y el movimiento olímpico estuvieron más cerca fue con motivo de los Juegos organizados por la ciudad de Los Angeles en 1932, cuando el entrenador del por entonces campeón nacional universitario, los Trojans de la USC, Howard Jones, propuso al presidente del Comité Organizador, William M. Garland, la celebración de un partido de exhibición en el marco de los Juegos entre el vigente campeón y la formación de la Universidad de Yale.

Las reticencias del presidente de la institución de New Haven –a raíz sobre todo de la interpretación del amateurismo a partir del Carnegie Report de 1929- obligó a rediseñar la propuesta, quedando definitivamente configurada como un partido de All Stars entre seniors de las Universidades de California, Stanford y USC, por el oeste y de las Big Three del este, a saber,  Harvard, Yale y Princeton.

De esta manera, el 8 de agosto de 1932, en el Memorial Coliseum de Los Angeles –el mismo estadio que acogiera cincuenta y dos años después los Juegos de 1984- los combinados del este y el oeste, dirigidos respectivamente por T.A.D. Jones y el citado Howard Jones, disputaron ante 60.000 espectadores el único encuentro de exhibición de fútbol americano celebrado durante unos Juegos Olímpicos, imponiéndose el conjunto del Oeste por 7 a 6. 

Señalar que tanto los integrantes de uno y otro equipo se alojaron en la Villa Olímpica, integrándose completamente en la rutina olímpica de aquellos días. En la crónica que Los Angeles Times publicó al día siguiente, auguraba que la emoción del partido y la repercusión del mismo en un evento universal como eran los Juegos, redundaría en la internacionalización del fútbol americano, pronosticando que más pronto que tarde, este deporte sería disciplina olímpica.

El tiempo, de manera inexorable, da y quita razones, y en este caso, las predicciones del cronista angelino fueron sepultadas por la realidad. Si bien es cierto que tras la II Guerra Mundial, la presencia de personal norteamericano en muchos países impulsó el conocimiento y la práctica del juego, lo cierto es que ese auge inicial se disolvió paulatinamente, circunscribiéndose su interés a Canadá, Japón y en menor medida México.

Ni que decir tiene que a nivel olímpico el fútbol americano permaneció en la más absoluta indiferencia hasta que en 1996 se creó la Federación Europea de Futbol Americano, que dio pie a que dos años más tarde se fundara la Federación Internacional (IFAF), que a su vez se integró con plenos derechos en la Asociación General Internacional de Federaciones Deportivas en 2003.

La IFAF, con 64 miembros asociados que representan a países de los cinco continentes, desde su creación ha tenido como objetivo primordial la expansión de este deporte, su globalización y, por ende, su reconocimiento por el Comité Olímpico Internacional (COI) como paso previo para ser considerado deporte olímpico.

Para ello, y como hito más relevante e ilustrativo de la mundialización de este deporte, desde 1999 organiza el Campeonato del Mundo IFAF de Fútbol Americano, del que se han celebrado hasta ahora cinco ediciones –Italia 1999, Alemania 2003, Japón 2007, Austria 2011 y Estados Unidos 2015- siendo los vigentes campeones del mundo el equipo norteamericano, combinado que en modo alguno refleja el nivel del fútbol americano de ese país, no en vano no son seleccionables ni jugadores profesionales de la NFL o la Liga Canadiense, así como que los jugadores deben estar ya graduados, siendo también inelegibles los que aún lo practiquen a nivel college

Es decir, jugadores ya graduados cuyo nivel les impidió acceder a la NFL, y cuyo último seleccionador era un head coach de Division II de high school. Con todo y con eso, les bastó para vapulear por 50 a 12 a Japón en el citado último Mundial de 2015.     

 

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La IFAF ha solicitado formalmente al COI su reconocimiento como deporte olímpico, considerando que cumple con los requisitos previstos y como paso previo para una ulterior admisión en el programa olímpico, tomando como referencia el rugby, disciplina excluida de los Juegos en los últimos 96 años y que en Río 2016 fue parte del programa, aunque con algunas modificaciones con respecto al rugby que se juega tradicionalmente (rugby siete, duración, etc.).

Asimismo, la IFAF esgrime la notable implantación del futbol americano en países como el Reino Unido, que cuenta incluso con una densa estructura universitaria -the British Universities American Football League- Japón o Australia, cuyo Gridiron Football consta de ligas independientes en seis estados con más de setenta clubes. 

A las iniciativas de la IFAF se le ha unido, por razones sin duda diferentes, pero igualmente coadyuvantes, la propia NFL  –recuérdese que no es una federación deportiva, es una sociedad mercantil, nunca se olvide este dato- que en boca de su comisionado Goodell ha manifestado su pleno convencimiento de que el fútbol americano cumple con los requisitos para ser considerado deporte olímpico.

En este sentido, es de todos conocido los esfuerzos de la NFL por exportar su deporte desde los tiempos de la NFL Europe, hasta los recientes partidos en Wembley, en el Rogers Centre de Toronto o los clinics organizados en México, pasando por el proyecto de establecer una franquicia estable en Londres y Frankfurt o, finalmente, el enjundioso trabajo de marketing a través de las redes sociales por todo el mundo. 

No es en absoluto baladí que mega estrellas del calibre de Aaron Rodgers manifiesten públicamente su deseo de participar en unos Juegos, o que, al hilo del Dream Team de basket se especule con un equipo de ensueño de futbol americano en prime time.

Ciertamente, si bien el reconocimiento del fútbol americano como deporte olímpico no debería resultar especialmente complicado habida cuenta de los datos más arriba reseñados,  su inclusión en el programa olímpico si acarrea severos inconvenientes. Las descomunales plantillas del fútbol americano se compadecen mal con el número de atletas, ya de por sí elevado, que representan a cada país; el imponderable de la duración de los Juegos, complica asimismo la posibilidad de programar partidos con una frecuencia al menos semanal, habida cuenta del desgaste físico brutal de este deporte o, la circunstancia de que los Juegos se celebren en pleno verano es también un grave trastorno para el tradicional ciclo norteamericano de fútbol americano, en el que el periodo estival deviene absolutamente esencial para la preparación y planeamiento del resto de la breve temporada.

Frente a estos inconvenientes, absolutamente incompatibles con las características de este deporte, se han propuesto soluciones parecidas a las que se han aplicado al rugby, especialmente las relacionadas con la configuración de las plantillas, el nivel de contacto y la duración de los encuentros. De este manera, el conocido como Flag Football se está abriendo paso cada vez con más fuerza como una vía primaria de aproximación al sueño olímpico. Incluso se ha propuesto incluir esta disciplina en el marco de los Juegos Olímpicos de Invierno, de manera que no trastocara los tiempos de las competiciones domésticas. 

Ahora bien, a nadie se le escapa que dos son los  grandes obstáculos que el COI plantea para el que fútbol americano adquiera carácter olímpico: en primer lugar, la insistencia en que en los Juegos participen en cada disciplina los mejores deportistas. Recuérdese al respecto que el COI retiró en 2005 al baseball y el softball su categoría olímpica al negarse la MLB a ceder a su jugadores.

Por lo que respecta al hockey hielo,  en 1986 el COI votó a favor de permitir a todos los deportistas su participación en los Juegos Olímpicos celebrados a partir de 1988, aunque compitieran en ligas profesionales. Inicialmente la NHL se mostró reacia a permitir que sus jugadores participaran dado que los Juegos se celebran habitualmente cuando la liga se encuentra a mitad de su temporada.

No obstante, a partir de 1998 la NHL permitió a sus jugadores ser seleccionados por sus países, una vez que el COI acomodó el torneo a la agenda de la NHL, disputándose una primera fase con la ausencia de los seis equipos más potentes (Canadá, República Checa, Finlandia, Rusia, Suecia y Estados Unidos) que se incorporaban en la fase final una vez que pudieran disponer de todos sus jugadores que jugaban en la NHL.

El formato se modificó en 2006 pasando a jugar todas las selecciones una primera fase preliminar de cinco partidos disponiendo desde un principio de los jugadores de la NHL, para lo cual se suspendía la competición profesional. Finalmente, y con respecto al baloncesto, la presencia de los Magic, Bird, Jordan, Durant, James o Curry es, sencillamente, una exigencia estrictamente deportiva a la luz del extraordinario nivel baloncestístico global: si no vienen, no ganan el oro.

Ojalá dentro de 40 o 50 años, únicamente los Pro-bowlers fueran capaces de derrotar a otras selecciones; de momento, con jugadores de Arena Football les sobra. En segundo término, y no por ello menos importante,  la cuestión del dopaje tal y como hoy esta planteada en la NFL resulta absolutamente incompatible con los estándares del COI y de la Agencia Mundial Antidopaje.

De momento, aquí dejo una propuesta de Selección Mundial que, sin duda, exigiría enfrente a un verdadero y solvente combinado de la NFL para vencerles en una cita olímpica. Mientras tanto, contentémonos con Nashville, The Athens of the South…

 

QB Robert Griffin III Retirado Japón
RB Chuba Hubbard Panthers Canadá
WR Chase Claypool Steelers Canadá
WR Nelson Agholor Patriots Nigeria
WR DaeSean Hamilton Broncos Japón
TE Tim Tebow Jaguars Filipinas
LT Jordan Mailata Eagles Australia
LG Mike Iupati Retired American Samoa
C Brett Jones Free agent Canadá
RG Laurent Duvernay-Tardif Chiefs Canadá
RT Penei Sewell Lions American Samoa
DE Danielle Hunter Vikings Jamaica
DT Linval Joseph Chargers Virgin Islands
DT Christian Covington Chargers Canadá
DE Emmanuel Ogbah Dolphins Nigeria
LB Leon Jacobs Jaguars Nigeria
LB Mark Nzeocha Free agent Alemania
CB Pierre Desir Seahawks Haití
CB Ryan Smith Chargers Alemania
CB Nevin Lawson Raiders Jamaica
S Patrick Chung Retired Jamaica
S Jevon Holland Dolphins Canada
K Younghoe Koo Falcons Corea del Sur
P Michael Dickson Seahawks Australia

 

 

Raúl Cancio 

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