A las puertas del training camp, debo confesar que me encuentro bastante descorazonado. Por mucho que los mire, los Buccaneers tienen un aspecto bastante parecido al que tuvieron el año pasado. No encuentro motivos para esperar un resultado mejor que el que tuvimos la temporada 2017.
Para empezar, la “maldición de Fitzpatrick“ golpea de nuevo.
Esta vez en forma de suspensión durante los tres primeros partidos a Jameis Winston. ¡¡¡¿Me oye, señora?!!! Que tenemos que afrontar a los Saints, Eagles y Steelers con Fitzpatrick como QB. Quiero decir, con Fitzpatrick. O sea, con Fitz.pa.trick. Y luego, a saber cómo digiere Jameis todo el escándalo y haberse puesto en el disparadero él solito, por su mala cabeza y su estupidez. Y su paternidad, que un bebé en casa muchas quita horas de sueño y da un montón de preocupaciones.
Pero ¿y si aparece Fitzmagic y el equipo consigue salvar la papeleta? ¿Y si a Jameis todo el asunto Uber y la paternidad le sirven para que se le asienten los sesos y se convierta en un tío más centrado y eso se traslada al campo de juego?
La Offensive Line.
Claro que, por mucho que los QBs puedan estar enchufados, con la Línea Ofensiva tampoco es como para tenerle confianza. El movimiento de Marpet al Center salió regular tirando a mal porque el resultado fue una línea (aún) más porosa. Y, en consecuencia, los QBs siguieron corriendo por su vida demasiado frecuentemente.
Y si la protección contra el pase es, como mínimo, mejorable, para qué hablar de la incapacidad de abrir huecos decentes para el juego de carrera. Los Bucs fueron el 27º equipo de la NFL en yardas de carrera concedidas.
Pero ¿y si el fichaje de Jensen y la vuelta de Marpet a Guard, como LG, hacen que Donovan Smith (ambos en año de fin de contrato, show me the money y tal) se sienta más apoyado y con más confianza y por fin tenemos un lado ciego decente? ¿Y si el rookie Cappa aporta el poderío suficiente para batir a la línea defensiva contraria?
Los running backs.
Porque esa es otra, que la línea estuvo mal abriendo huecos es un hecho. Así como que los corredores tampoco tuvieron unas prestaciones aceptables también lo es. Ninguno llegó siquiera a las 500 yardas de carrera y consiguieron menos de 4 yardas por cada intento. Sólo Peyton Barber mostró evolución, tomando el papel que el año anterior tuvo el casi desaparecido en éste Jaquizz Rodgers. De Doug Martin poco que decir: su mejor actuación fue en el Hard Knocks.
Pero ¿y si RoJo resulta ser ese corredor con buena visión para aprovechar los gaps, hábil en los cortes y evitando placajes y explosivo en campo abierto que muestra su tape y se nos revela como un Hunt o un Fournette de la vida?
El juego aéreo.
Como el juego de carrera estuvo flojo, los Buccaneers atacaron por aire, siendo el 4º equipo de la NFL en yardas ganadas en pase. Pero eso no significa que el juego de los receptores fuera excelso. El cuerpo de WR de cualquiera de los rivales de división tuvo mejor producción y eso que cada uno de ellos contaba con un juego de carrera que nosotros no pudimos ni soñar.
Mike Evans tuvo una temporada aseada para lo que es él, pasando por cuarta vez de 1.000 yardas. Pero sufrió un bajón importante en su producción. Y DeSean Jackson tuvo una temporada discreta, evidenciando una cierta falta de química con Winston.
Pero ¿y si Evans consiguiera un puñadito de yards after catch más cada partido?¿Y si DSJ y Jameis mejoran su acoplamiento? ¿Y si Chris Godwin desarrolla el potencial que mostró a finales de temporada y se convierte en un arma más del ataque aéreo?
Los Tight Ends fueron los únicos componentes del ataque que no defraudaron. Se usaron muchas formaciones con doble TE y respondieron. Consiguieron la cuarta parte de las yardas aéreas del equipo y más de un tercio de los TD. Brate siguió en su línea (Team Brate forever) y O.J. Howard confirmó que su elección en primera ronda había sido un acierto. Que mantengan el mismo nivel en el juego de pase sería magnífico pero, puestos a pedir,
¿Y si O.J. sube sus prestaciones como bloqueador y ayudar a la línea?
Los pateadores.
Otro aspecto positivo fue el porcentaje de conversión de terceros downs de los Buccaneers. Afortunadamente, porque se volvió a poner de manifiesto ese gafe (o lo que sea), que tenemos con los kickers. Durante el primer cuarto de temporada, Nick Folk se puso en el papel de Aguayo. Pat Murray no falló lo fácil, lo que ya era un avance. Pero le faltó meter entre palos los tiros lejanos, los que dan los puntos que son la diferencia entre ganar y perder.
Pero ¿y si la temporada entrante Catanzaro es capaz de tener el rendimiento que uno espera de un pateador con nivel NFL durante toda la temporada?
La defensa de los Buccaneers 2017.
Así que, en resumen y siendo bondadoso, el ataque tuvo un aprobado raspado, pero la defensa, ¡ay, madre, la defensa! estuvo horrible.
La línea defensiva.
Y la Línea Defensiva fue casi lo peor. Ni se paró la carrera ni se puso presión al QB contrario. Como consecuencia, los rivales jugaron a placer. No creo que se pueda la culpar (sólo) a la lesión de Noah Spence. Ni a las vacaciones pagadas que se tomó Chris Baker. Porque los números son similares a los de la temporada 2016, aunque las sensaciones que quedaron fueron mucho peores que el año anterior.
Tanto fue así que ha sido la unidad más reforzada: tres agentes libres (Unrein, Curry y Allen), más un trade por Jason Pierre-Paul, más el primer pick del draft (Vita Vea). Buenos movimientos, a priori. Lo que ocurre es que la experiencia de Buccaneers con el rendimiento de los agentes libres es bastante desalentadora.
Pero ¿y si Vita Vea tiene un impacto inmediato y el centro de la línea es impenetrable para la carrera? ¿Y si Pierre-Paul, McCoy, Curry y un Spence sano construyen un pash rush temible? ¿Y si este año sí tenemos profundidad en la línea para poder rotar sin perder mucha calidad?
Linebackers.
Si en ataque los TE fueron la honrosa excepción, los Linebackers fueron quienes se salvaron del naufragio defensivo. Lavonte David demostró que es un seguro de vida en la segunda línea y Kwon Alexander continuó su progresión. Además nos encontramos la agradable sorpresa de que Kendell Beckwith suplió con garantías la lesión de Kwon, dando profundidad a una posición que no la tenía.
Kwon está en año de contrato y Beckwith un año de experiencia, por lo que ¿Y si este añolos LB entran más al blitz y consiguen meter presión al pase contrario?
La secundaria.
Y el premio a la peor unidad fue para la secundaria. Ningún equipo concedió más yardas aéreas que los Buccaneers. Aunque no fuéramos el equipo contra el que más se pasara. El hecho que se mantuviera un cierto nivel defensivo en la red zone, evitó un mayor desastre.
Heargraves fracasó como CB2 y cuando se le pasó al slot, no había nadie con calidad suficiente para tomar el puesto. Así que Grimes (a sus 34 añazos) se erigió en el mejor CB e hizo imprescindible su renovación. Y gracias a la irrupción de Justin Evans no tengo que escribir que una medianía del calibre de Chris Conte ha sido el mejor safety. La falta de talento en este cuerpo de jugadores fue tal que en el draft se gastaron tres picks (dos segundas rondas y una cuarta) en reforzarlo. Aunque se tendrá que ver cómo responden a los WR con lo que se enfrentarán en la NFL.
Pero ¿y si encontramos en Carlton Davis el CB2 que tanto necesitamos? ¿Y si la línea juega mejor y los QBs contrarios lanzan menos cómodos? ¿Y si, al menos, encontramos más talento, profundidad y versatilidad en la posición?
Conclusiones.
Pues ésta es la situación y éstas son las piezas con las que cuenta Dirk Koetter para afrontar una temporada en la que se juega su futuro como Head Coach en los Tampa Bay Buccaneers. Y lo hace en la división más dura de la NFL. En la que sólo pudo ganar el último partido divisional en el último segundo. En la división deonde fue barrido por los contrarios en la mitad de ellos.
Mucho va a tener que cambiar para revertir la situación. Y no lo veo. Las decisiones tomadas en el staff han sido nombrar como Coordinador Ofensivo a tiempo completo a Todd Monken. También contratar a Brentson Buckner como entrenador de la línea defensiva, manteniendo a Mike Smith como Coordinador. Medidas conservadoras y previsibles, muy Dirk Koetter todo.
Pero ¿y si lo de Monken repercute en un mejor game plan, un mejor play book y un mejor play call? ¿Y si Buckner consigue que la línea funcione y eso permite utilizar al resto de la defensa de una manera más productiva?
Ya sé que a lo largo de este artículo hay muchos “y si”. Que lo normal sería que no se dieran ni la cuarta parte de ellos. Pero ¿Y si todas las piezas encajan?¿Y si la defensa es impenetrable y el ataque devastador? ¿Y si empezamos a ganar partidos? ¿Y si ganamos la división? ¿Y si llegamos a la Superbowl? ¿Y si conseguimos nuestro segundo anillo in your face, Falcons?
Porque, a fin de cuentas, este tramo de la offseason, con la temporada asomando a la vuelta de la esquina, lo utilizo para ir engordando y engordando un hype que se vendrá abajo en el primer partido de la temporada.
Pero ¿y si no?
José Luís González Blanco (@bucsbilondo)